Alvaro Sánchez. Los arqueólogos Félix Arnold, del Instituto Arqueológico Alemán (IAA), Alberto J. Montejo, del Conjunto Arqueológico de Medina Azahara (CAMaZ), y Alberto Canto, de la Universidad Autonóma de Madrid (UAM), han descubierto la gran puerta oriental de entrada al Palacio Califal de Medina Azahara, que tenía unas dimensiones parecidas a las de la Plaza Mayor, en Madrid.
La puerta de acceso, de unos cuatro metros de anchura y casi tres de alto, se desplomó cuando la ciudad fue pasto de las llamas en 1010 tras solo un siglo de existencia. El equipo que dirige el profesor de Arqueología de la Autónoma Alberto Canto ha contrastado que las hojas del portón eran de madera, pero recubiertas de metal, tachonadas y adornadas y que giraban sobre dos gigantescos goznes a ambos lados. Todo lo hallado (maderas, clavos, vigas, bisagras, monedas…) se encuentra ya en laboratorio del conjunto arqueológico en Córdoba y están en proceso de estudio.
El objetivo es documentar la Plaza de Armas, entrada simbólica y ceremonial al sector más cualificado del Alcázar de Medina Azahara, donde se encontraban las principales sedes de la administración del Estado califal. Se trata de una plaza abierta que daba acceso al palacio del califa. Entre 1975 y 1985 Félix Hernández y Rafael Manzano excavaron un pórtico, que reconstruyeron en parte. Sin embargo, el edificio no ha sido todavía debidamente documentado.
En el marco de este proyecto se han previsto cinco campañas sobre el terreno: una, realizada en 2017, en el límite occidental de la plaza; dos en su límite oriental (2018 y 2019), otra en el límite meridional (2020) y una más en el límite septentrional de esta zona (2021).
Canto ha afirmado es la única de la época omeya que se conoce con estas dimensiones “tan espectaculares”. “Articulaba el acceso ceremonial al palacio, por lo que el califa podía ver perfectamente desde él los ejercicios de los jinetes en ella o la gente que la transitaba”, “La puerta este se levantaba en un pórtico que colapsó con el incendio que destruyó la ciudad. Todo se desplomó y sobre el suelo quedaron sus tejas, madera, clavos, algunos de 20 centímetros, las vigas, las bisagras, los adornos...”, describe.
El nuevo espacio arqueológico -desde principios del siglo XX solo se ha excavado el 10% de toda la ciudad- y, una vez terminado el proyecto general de investigación en 2022, se abrirá al público para aumentar las zonas visitables del conjunto, ahora muy congestionadas. Igualmente, se espera acabar los trabajos del llamado Salón rico, el gran edificio, al sur del palacio, donde el califa recibía a las embajadas, celebraba fiestas o ceremonias. La restauración de su riquísima decoración incluye el acoplamiento de los miles de pequeños trozos de ataurique (piedra tallada) que se desplomaron tras su destrucción por los bereberes y que volverán a lucir sobre las paredes mil años después.